Not a sad post

Esto no es un post triste. Va a parecer triste por el tono, pero no lo es. A veces tienes hastío del mundo. Estás cansado y te sientes un poco perdido. Es cuando algunas personas colapsan y otras desconectamos. Desconexión casi total. Y digo casi porque en esos momentos aparecen tus apoyos de verdad. La gente que te mira y ve como estás y no tienes necesidad de que te digan nada porque te entienden. Tengo la suerte de haber conocido a gente así. Tengo la suerte de tener amigos que no preguntan, sino que escuchan. Tengo la suerte de tener amigos que te recogen cuando te tropiezas y sin preguntarte ni reprocharte nada, apoyan. A veces no hace falta hablar de algo, sino lo contrario. A veces solo se necesita no hablar porque estás cansado de hacerlo. Y simplemente con eso, empiezas a sentirte menos perdido.

Soy madrileña. Madrileña de verdad. Siento Madrid y la comparo con otras ciudades. Siento que no hay un sitio mejor para que yo viva. Tal vez eso cambie algún día, pero ahora mismo sigo teniendo un hermoso idilio con la ciudad. Pero a veces hay que alejarse de lo que amas para verlo con perspectiva. Mis dos últimos viajes han tenido el mismo destino: Barcelona. Si no conoces Barcelona, deberías intentar hacerlo. Hay otro ritmo de vida, otra forma de ver las cosas. Supongo que existe en Madrid también, pero allí me veo empujada a vivir de la forma que creo mejor y esa forma me deja exhausta. Estoy acostumbrada a darlo todo en lo que hago, a forzarme hasta el límite. A veces necesitas desconectar de eso e ir a un sitio donde el tiempo deje de agobiarte. Donde dejarte llevar. He tenido la suerte de dar con gente así en Barcelona. He tenido la suerte de rodearme de gente increíble. Y nunca estaré lo suficientemente agradecida a esa gente que me acoge.


Gracias a todos por comprender mis desapariciones, por aguantar desplantes y por hacerme sonreír. Gracias porque aunque prefiero tropezarme sola, sé que estáis a mi lado para dar un grito de advertencia y ayudarme a olvidarme del tropiezo. Gracias.